El silencio es algo que para muchos evoca paz, calma, tranquilidad, sosiego. Pero también puede significar complicidad ante la injusticia.
El silencio provoca que las personas afligidas por la discriminación y el clasismo sigan siendo cabezas de turco.
El silencio hace que los trabajadores y jornaleros sigan siendo esclavizados por el sistema y los mandamases.
El silencio hace que la democracia se vea atacada y desamparada bajo la oscuridad del abuso de poder y la desigualdad.
Pero al silencio se le puede poner punto y final con tan solo hablar. Levantarse y hablar alto. Alto para que el déspota se calle y el injusto caiga. Hablar intercambiando opiniones y conocimientos. Profundizar en las conversaciones y acallar el silencio. Hablar para cambiar y proteger el estado en el que vivimos y hacer con ello una mejor sociedad, para nosotros y para los que vendrán.

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